El cine de gángsters. Parte I


Edward G. Robinson in Little Caesar (1931)


Según proclamaba Orson Welles, “los gangsters con clase son una invención de Hollywood". Probablemente tuviera razón, sin embargo han sido pieza fundamental en el cine norteamericano y, más concretamente, en el cine negro. Su mitificación cinematográfica se produce con las legendarias interpretaciones de Edward G. Robinson –en la foto superior–, James Cagney o Humphrey Bogart, por nombrar algunos. Junto con directores, guionistas, escritores y toda una serie de profesionales; ellos fueron los responsables de crear para siempre unos personajes llenos de matices que hacían añicos la frágil representación del héroe contemporáneo. Unos arquetipos que, tal vez como apunta Welles, disten mucho de la realidad que representan pero que conectaron como pocos con el público. Empezamos pues un repaso al género que los enmarca y a su huella a través del cine. El mundo es nuestro. 

Los orígenes del género



Si tenemos en cuenta el período histórico que envuelve y condiciona su configuración como género, podemos afirmar que el cine de gangsters empieza a cristalizar con el estreno de dos películas importantes, ambas realizadas a principios de los años treinta. Se trata de La senda del crimen (The Doorway to Hell,1930, Archie L. Mayo) y de Hampa dorada (Little Caesar, 1931, Mervyn LeRoy).

Este género, en cualquier caso, ya asomaba sus metralletas a comienzos del siglo XX, al tomar como punto de partida el fenómeno social llamado gangsterismo(1). De este modo, se considera que Musketeers of Pig Alley (1912, David W. Griffith) es el primer film de gangsters que consigue cierto grado de formalización. Esta cinta supone un avance en su configuración como género pues sus imágenes fueron captadas en el Lower East Side de Nueva York, allí donde se concentraba la miseria marginal de los primeros mafiosos norteamericanos. 


Harry Carey and Elmer Booth in "The Musketeers of the Pig Alley" (1912, David W. Griffith).
Harry Carey y Elmer Booth en una de las escenas de The Musketeers of the Pig Alley.


Desde esas fechas iniciales hasta el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, se registran muestras aisladas y no excesivamente perfeccionadas de este gangsterismo preliminar. Entre estas muestra destacan: The Gangster and the Girl (1914, Scott Sidney), The Italian (1916, Reginald Baker) y Regeneration (1915, Raoul Walsh). Una vez más, estas películas reflejan la sórdida realidad del Lower East Side.


Lower East Side - New York by Cine Gratia Cinema
Localización del Lower East Side en la isla de Manhattan (Nueva York).


Esta primera visión del gangsterismo se manifestaba, casi siempre, ligada a una intriga sentimental de carácter melodramático y relegaba la representación de la violencia a un espacio marginal –bajo la predominancia de la trama romántica–. Concedía pues escasa presencia a los entresijos de la organización criminal, a su carácter hermético, a sus actividades o a sus aspiraciones. Sin duda, no será hasta la llegada de los años veinte, con la entrada en vigor de la Prohibición, cuando el gangsterismo se define como organización criminal y comercial –con el contrabando de alcohol– y, en consecuencia, cuando el cine empieza a producir y a exprimir las películas sobre sus integrantes.


Los violentos años veinte



Entre 1920 y 1927, se suceden así una gran cantidad de films que dan entrada a la figura del gangster; cuya fisonomía y actividades, todavía son contempladas con cierta simpatía y admiración por parte de los espectadores. Esos personajes representaban para la audiencia, el ascenso gradual de unos individuos marginales en pos de la gloria económica y social, en plena sociedad capitalista. Para el público de la época, la identificación con esos personajes era total, pues compartían sus mismos anhelos, en contra de la figura policial y de las fuerzas del orden, que invariablemente adolecían del favor de la audiencia.


Vinatge "Black Mask" Pulp Magazine Covers
Algunas de las portadas de la revista Black Mask.
Imagen vía Special Collections


Ya en la segunda mitad de la década de los años veinte, la configuración estilística de la narrativa criminal, influenciada por las páginas de Black Mask(2), coincide con el progresivo desarrollo del cine de gangsters. En aquel momento, además, el grado de evolución y complejidad conseguido por el lenguaje del cine mudo –que vivía con expectación la llegada del sonoro–, permitió una estilización tan consistente como la que logró Josef Von Sternberg(3) con La ley del hampa (Underworld, 1927), puerta de entrada para la verdadera etapa precursora de este género que tiene lugar en los años treinta. Por tanto, esta película sienta las bases de la mitología del gangsterismo al mostrarnos figuras arquetípicas del género –que contagiarían al cine negro– como la femme fatale o el propio gangster, al que posiciona y delimita dentro de su organización. Es preciso decir también que, con esta cinta, Von Sternberg consiguió configurar a su vez los patrones estilísticos –basados en el expresionismo alemán y el realismo poético francés– del cine de gangsters, primero, y, en consecuencia, del cine negro.


George Bancroft in Josef Von Sternberg's "Underworld" (1927).
Sugerente imagen de George Bancroft en la penumbra de La ley del hampa de Josef Von Sternberg.


La llegada del sonoro



Desde 1927 hasta la llegada de los 1930s, fue un período que coincidió con una época transición para el cine en general. En la mayoría de los estudios empezaron a introducir y a explorar la capacidad del invento del cine sonoro, para potenciar el aspecto realista de la narrativa cinematográfica. De esta forma, el cine de gangsters repleto de acción –tiros de metralleta, persecuciones, etc.– fue una tentación para cualquier director ávido de experimentación sonora. Durante este período intermedio, surgen películas como Los antros del crimen (The Big City, 1928, Tod Browning), La horda (The Racket, 1928, Lewis Milestone), Alibi (1929, Roland West), La redada (The Dragnet, 1928) y Thunderbolt (1929) –ambas de Von Sternberg–, La frontera de la muerte (Chinatown Nights, 1929, William A. Wellman) y El intrépido (Born Reckless, 1930, Andrew Bennison y John Ford). Estas películas suponen un ensayo de todas las nuevas técnicas que trajo el sonoro junto a un sustancial aumento del peso narrativo de la trama criminal. En todas ellas se aborda, de manera distinta, las luchas entre diferentes bandas o la miseria humana que viven sus personajes.

Con la irrupción del sonoro, el séptimo arte dio paso a la búsqueda de nuevos argumentos, de historias en las que el diálogo y el sonido tuvieran un marcado protagonismo y con las que deslumbrar con la novedad del nuevo medio. El sonido de la metralleta –como ya hemos mencionado–, las sirenas de los coches de policía o el ruido de las persecuciones que ilustraban las páginas de la literatura criminal que el público de la época devoraba, podían ser, por fin, trasladados a la gran pantalla en todo su estruendoso esplendor. 


Al Capone a la salida del juzgado el 10 de diciembre de 1931.
Imagen vía Famous Trials


Esta época coincidía, además, con el período en el cual los grandes nombres del gangsterismo real empezaban a ocupar páginas de diarios y a generar, en consecuencia, una progresiva y generalizada curiosidad hacia los affaires de unos individuos que conseguían revolucionar las fuerzas del orden y desafiaban los valores vigentes de la sociedad americana. Esta curiosidad también era provocada por los relatos criminales, por los cómics de la época y por las propias películas que alargaban la sombra de su leyenda. Una galería de nombres como Al Capone, se convirtieron en centro de atención y, simultáneamente, en inspiradores de ficción. Esta es también la etapa marcada por la Gran Depresión, durante la cual aparecieron las películas de gangsters más radicales como Hampa dorada, El enemigo público (The Public Enemy, 1931, William A. Wellman) o Scarface, el terror del hampa (Scarface, 1932, Howard Hawks y Richard Rosson). Tanto la película de Mervyn LeRoy como la aportación de Howard Hawks –filmadas el mismo año–, estaban inspiradas en la carrera de Al Capone, procesado y encarcelado entre el estreno de las dos cintas.


James Cagney and Edward Woods in "The Public Enemy" (1931).
James Cagney y Edward Woods en una foto promocional de El enemigo público.



Continuará... 


Lee aquí la Parte II.



Notas

(1) Gangsterismo. Dícese de la existencia o presencia de gangsters agrupados en organizaciones criminales. Desde su origen en la mafia italiana, el fenómeno del gangster está fuertemente arraigado en Estados Unidos por ser importante receptor de inmigración proveniente de Italia, entre otros, que trasladó sus esquemas y jerarquía social a las circunstancias de la época y la naturaleza del país.

(2) Black Mask. Revista del género pulp, fundada en 1920 por Henry Louis Mencken, periodista, editor y crítico social norteamericano. El término 'pulp' se popularizó por el tipo de encuadernación y de papel barato y de consumo popular que utilizaban estas publicaciones. Su apogeo fue en la década de los años 30 para ceder luego protagonismo a los cómics. En sus páginas publicaron autores de la talla de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Horace McCoyJohn D. MacDonald. Dicha revista inspiró el film de Quentin Tarantino Pulp Fiction (1994).

(3) Josef Von Sternberg. Director de cine nacido en Viena (Austria) y emigrado a Estados Unidos en su adolescencia. Desde sus inicios en el cine en 1925, ganó especial repercusión con sus películas protagonizadas por Marlene Dietrich, entre las que destacan El ángel azul (Der blaue Engel, 1930), Marruecos (Morocco, 1930) o El expreso de Shanghai (Shanghai Express, 1932). La estética de sus films es particularmente reconocible y su contribución, en este sentido, al cine de gangsters y el cine negro es considerable con sus aportaciones como La ley del hampa o Los muelles de Nueva York (The Docks of New York, 1928).

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